Además de ejercer como psiquiatra, Rafael Llopis fue el introductor y ensayista más importante sobre la literatura fantástica en España —principalmente de Lovecraft—, de cuya obra se extraen las conclusiones, al igual que con Roger Caillois o Todorov en Francia, de que lo que caracteriza al verdadero cuento fantástico es la aparición de un elemento inexplicable, totalmente irreductible al universo conocido, que rompe los esquemas conceptuales vigentes e insinúa la existencia de leyes que no comprendemos. Llopis escribió que la literatura fantástica nace en pleno apogeo del racionalismo y se desarrolla junto con él, como su sombra. Por lo tanto, el concepto de Martillo y láudano hace referencia a esta relación atributiva entre el desarrollar materialmente las obras de arte, en su dimensión formal, y en su aplicación ficticia de proporcionar un alivio, una embriaguez crítica o un estado estimulante de la conciencia que, además, se entronca con la conocida cita de Marx, siempre citada erróneamente y fuera de su contexto, de que la religión es el opio del pueblo, pero se ha atribuido que lo dice en un tono negativo o despectivo, cuando lo que dice la frase completa, recogida en Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, es que «la religión —entendamos aquí la necesaria ficción; lo fantástico— es el corazón de un mundo descorazonado, el espíritu de una condición desalmada. Es el opio de los pueblos».